Volar sobre Caracas: la experiencia de parapente en El Junquito que conquista a los aventureros
Por Deisy Terán Tosta
El aire frío de montaña acaricia la piel mientras el corazón late con fuerza. La autopista que sube al Junquito no solo acerca a este popular destino de clima templado, sino que se ha convertido en la puerta de entrada a una de las experiencias más emocionantes de turismo de aventura en Venezuela: el parapente.
Desde lo alto de las montañas, a pocos minutos de Caracas, los cielos se transforman en una pista de despegue para quienes buscan vivir la libertad en estado puro. “Son entre 15 y 25 minutos de vuelo que parecen eternos, porque en cada segundo descubres un ángulo distinto de la ciudad, del mar y de las montañas”, relata Andrea Gómez, visitante que probó por primera vez esta experiencia. “Al principio sientes nervios, pero en cuanto das el salto, se transforman en una mezcla de paz y adrenalina”.
El parapente, nacido en los Alpes franceses en la década de los ochenta, llegó a Venezuela como disciplina deportiva y hoy se ha consolidado como una de las actividades de aventura preferidas en El Junquito y sus alrededores. Volar aquí tiene un atractivo único: la posibilidad de observar, en una misma postal, la imponente cordillera de la Costa, las verdes laderas del Ávila y, en días despejados, el brillo infinito del mar Caribe.
Quienes se animan al vuelo no necesitan experiencia previa. Instructores certificados acompañan a los turistas en todo momento, explicando las normas básicas y transmitiendo confianza antes del despegue. El resto lo hace el viento: basta dar unos pasos sobre la pendiente para que la vela se eleve y, de repente, el cuerpo se sienta liviano, como si flotara.
Además del vuelo, la experiencia se complementa con la esencia turística de El Junquito: paseos por la montaña, gastronomía típica con sus famosos cochinitos y fresas con crema, y un ambiente que invita a prolongar la visita. El parapente se ha convertido en el pretexto perfecto para redescubrir este rincón caraqueño desde otra perspectiva: el cielo.
Al aterrizar, la sonrisa lo dice todo. Más que un deporte extremo, el parapente en El Junquito es una oportunidad de reconectar con la naturaleza, de ver Caracas desde arriba y de descubrir que, por unos minutos, el ser humano también puede volar.
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